Cementerio construido con los restos del antiguo convento Agustino

El Cementerio de la Almudena es un cementerio republicano se inició su construcción en el año de 1846, está ubicado en el distrito de Santiago en el Cusco y se accede a él siguiendo el antiguo camino inca que sale de la plaza de Armas del Cusco con dirección hacia San Francisco, siguiendo por la calle Hospital y sigue pasando sobre la avenida del ejercito pasando por el puente del mismo nombre. Durante la colonia los españoles continuaron usando esta ruta principal con destino hacia Lima.

Se afirma que fue construida sobre un cementerio colonial aunque sabemos que en la Colonia los muertos se enterraban en las catacumbas de los templos católicos, este cementerio se construyó en la zona colindante con el antiguo hospital y convento de los Belemnitas destruido durante el terremoto de 1650 y reconstruido unas décadas después.

Agustín Gamarra quien destruyo el convento Agustino del Cusco, y se afirma que parte de la cantera que formaba parte de este convento destruido llegó a formar parte de la construcción de este panteón. A pocos años de la independencia de España se asegura que en su frontis se fusilaron a muchas personas, pues quedan las huellas de las balas que dan fe de que fue utilizado para tal fin.

EL GRAN MECENAS DEL CUSCO

Uno de los más grandes mecenas del Cusco, Manuel de Mollinedo y Angulo natural de Burgos España fue nombrado Obispo del Cuzco, llegó a Lima Perú el año de 1672. Tomó posesión de la sede en 1673 y la gobernó por 25 años y 10 meses, dotó a la catedral de coro y retablos tallados, óleos, imágenes y joyas que hasta hoy constituyen su riqueza, mandó construir los templos de San Pedro y La Almudena antiguos Hospital de Naturlaes y el Convento de los Belemnitas respectivamente. Logró además que el antiguo seminario de San Antonio Abad fuera elevado a la categoría de Universidad en el año de 1692.

Que duda cabe que no se ha conocida más grande mecenas de la época virreinal en el Cusco especialmente en cuanto a arte religioso se refiere. Se dice que logró movilizar el fervor de las élites criollas, caciques e indígenas para darle una renovada magnificencia al culto religioso. Durante su episcopado no menos de 50 iglesias fueron edificadas desde sus cimientos a lo largo de la vasta diócesis lo que otorgó a las escuelas artísticas del Cusco una importante área de irradiación por todo el Sur andino.

Mollinedo poseía una importante colección  de pintura, que trajo consigo el tomar posesión de la silla episcopal, su pinacoteca comprendía obras de El Greco Juan Carreño de Miranda, Sebastián Herrera Barnuevo y Eugenio Caxes, entre otros de la corte española.todo ello sirvió de estímulo a los artistas cusqueños, quienes no se contentaron con simplemente imitar sino que crearon sus propias obras dando a América y el mundo las obras de la Escuela Cusqueña.

A los pies de la imagen de la Virgen de la Almudena en el templo del mismo nombre el mismo que fuera reedificado con dinero de su propio pecunio después del terremoto de 1650, está el corazón del Obispo de Mollinedo quien era devoto de esta Virgen. La imagen fue tallada por Tuyro Tupac artista cantero, tallador y arquitecto indígena.

Crónica

Dicen que los cementerios son las ciudades para los muertos, es interesante pasearse por ellos y descubrir los detalles de las tumbas y mausoleos que encierran los mismos, más aún cuando se trata de cementerios con historia como este, que aunque republicano tiene también hermosos mausoleos vestigios de aquellas familias notables de antaño en el Cusco.

Es sin duda el lugar más recomendable para conocer el que se encuentra en la entrada principal a mano derecha donde están los mausoleos más hermosos y más importantes, cuanta historia guarda esta ciudad no solo inca e hispana sino también republicana.

Es un lugar peculiar para visitar por ejemplo en el día de todos Santos donde la gente tiene la costumbre de visitar los cementerios y dentro de las costumbres populares llevar comidas y bebidas que a las personas les gustaban en vida así como llevar músicos y algo de fiesta y algarabía a los que ya no les acompañan, aunque si bien es cierto esta es una costumbre popular antes que nada.